martes, 25 de agosto de 2009

Last Bullet

Expectante en la recamara. Sintiendo ese pulso que es ajeno, que es imperceptible por esa masa inerte. Implica sólo ese saber de la imaginación, ese saber que le es propio y que por ningún motivo le puede ser privado. La espera es insesante, al igual que los nervios. Corre por las venas ese frío que altera, que no deja ser plenamente un animal de treinta y seis grados. La frente o la boca, una decisión que de ninguna manera será errada. La espalda completamente mojada al punto de deshidratarse. Un final es predecible, un intento es innegable, sintiendo ese lapso de imaginación, esos escasos segundos del helado metal. A través de la conciencia todo un pasado, todo un cúmulo de rastros que van apareciendo y desapareciendo a cada paso. La milésima de segundo es el gatillo, el gatillo a su vez es el disparador y el disparador sin lugar a dudas es otra vez la imaginación. La plata atraviesa la sangre hasta que finalmente se libera de ella. La bala, ese sostén reparador y anhelable, ahora goza de una paz purificadora, de un estadío de tranquilidad inalterable.
Un abrir y cerrar de ojos, un cliché que no se disimula, un tiempo que se detiene, hasta que finalmente la imaginación cesa. La luz sobresale y la cotidianidad de hace niebla.

domingo, 16 de agosto de 2009

Cuatro pasos

La corta distancia que me separa de la inmensidad del rio es simplemente de cuatro pasos. Con esos leves pasos puedo contemplar toda su enormidad, siempre y cuando un sol resplandeciente lo ilumine. Algunos días me da toda la paz que necesito, me da toda esa ilusión que es la de navegar hacia ningún lugar que en definitiva es en si mismo el lugar. Otros se manifiesta en forma de ilusión, a pesar de no poder verlo con claridad debido a la fuerte neblina invernal. Caminar en su orilla, mirarlo moverse con esa lentitud y gracia que sólo el tiene, no me permite moverme de su lado.
El rio me da las respuestas a mis preguntas, es mi compañía mejor, es todo ese anhelo de felicidad manifestado en una gran masa de agua. A veces somos tan parecidos, quizás el río y yo nos unamos un día, nos fusionemos para ser uno, y por supuesto que tengo miedo, pero este es tan grande y hermoso que ya no puedo temer, intentaré con cada uno de mis cuatro pasos estar más cerca, sin que ninguno se espante, sin que ninguno retroceda, porque es sabido que el rio teme al hombre y el hombre teme al rio. Pero nada de eso ya importa, después de tanto tiempo nos conocemos y de alguna forma yo soy del rio y el rio es mio.

There is nothing left to lose