Autointerrogatorio

A pesar de que noviembre es un mes sumamente feo (y la mitad de diciembre por lo general también), hoy soy más feliz.
- ¿Pero más feliz que el noviembre anterior?
- Si, claro por supuesto.
- ¿Y que el último febrero por ejemplo?
- También no tengo dudas de ello.
- ¿Y por qué sos más feliz federico?
- Porque tengo problemas más interesante que si como pizza o hambuerguesas. Además eso otro que te conté.
- ¿Qué cosa? no me acuerdo.
- No te hagas el gil.
- Jajaja, si la gente supiera la verdad se reiría mucho.
- No le veo lo gracioso, jaja.
- ¿Qué planes tenés para el futuro?
- No sé bien bien, tengo planes, antes no tenía planes. Además no me gusta hablar de mi vida privada.
- ¿Te propusiste ser feliz no?
- Si, y lo estoy logrando creeme.

Comptine d´un autre étè

¿Cómo será estar en el minuto antes de perderlo todo? ¿Cómo será ese instante sin relámpago? Si ocupo un segundo más de pensamiento creo que podré decir firmemente que ya no valgo la pena para esto. La duda transporta cada oportunidad y el miedo la deshace de inmediato. Por más que siga cantando mi cancioncita el estado de cosas cambiará y por supuesto mi mente se alterará. No puedo dejar de pensar en ese momento restablecedor de la conciencia, esa espera tenue que se desvanece, que se entrelaza con cuestiones más banales y que de ninguna forma podrán asemejarse con un pasado feliz. Sólo quiero ese verano, cuando al llegar ya a plena luz del día escucho el cantar de los pájaros. Quisiera ya no desear ese momento vacacional donde todo es más sencillo, quisiera poder aceptarme como ese ser mediocre y vacilante que a cada paso piensa el próximo.


Siempre supe y siempre sabré que todo esto no es más que una canción infantil de otro verano.

Simulación

Hoy me levanté queriendo ser un sol, pero no cualquier sol, queriendo ser ese que mira inversamente la ventana. Pretendiendo no serlo pude arrojar los últimos despojos de mi psique hacia el ventilador, que por supuesto es imaginario, ya que mi pieza carece de tal elemento.
Tan inútil y patético como siempre me levanté y me drogué para simular estar despierto, y aunque a veces no sucede lo logré. Caminé y ensayé los mismos pasos, procuré recorrer mis errores y volver a tropezar con ellos. Controlé mi bolsillo por las dudas. Minimicé los desencuentros y alenté la desolación de saber que las metas están hechas para ser alcanzadas.
Alrededor de ese espectro fantasmagórico se encuentra el lamento de no haber podido resumir en pocas palabras un sentimiento que no es inerte. El sentimiento es movimiento, es ese flash metálico que es ajeno.
Restablecer es una palabra que encuentro carente de cualquier sentido, una palabra que por su propia naturaleza debería ser desterrada del lenguaje. Sería algo así como volver a establecer algo que por algún motivo se ha desestablecido.
Volví sabiendo que todo es mentira, que viviendo en ese placebo sustentable puedo dirigir mi camino al futuro. Hoy no pude distinguir la realidad de la locura, la imaginación me privó por momentos de la razón y por supuesto el espíritu guía que me dirige se apoderó de mis últimos interrogantes. Consecuencia de ello fue que no pude responderlos. Es que existe un día en el año en que María está a punto de llorar, veinticuatro en que Alicia es sumamente insoportable, treinta y ocho en los que Jorge se apasiona y trescientos sesenta y cinco en los que Federico se levanta e intenta simular que está despierto.

Last Bullet

Expectante en la recamara. Sintiendo ese pulso que es ajeno, que es imperceptible por esa masa inerte. Implica sólo ese saber de la imaginación, ese saber que le es propio y que por ningún motivo le puede ser privado. La espera es insesante, al igual que los nervios. Corre por las venas ese frío que altera, que no deja ser plenamente un animal de treinta y seis grados. La frente o la boca, una decisión que de ninguna manera será errada. La espalda completamente mojada al punto de deshidratarse. Un final es predecible, un intento es innegable, sintiendo ese lapso de imaginación, esos escasos segundos del helado metal. A través de la conciencia todo un pasado, todo un cúmulo de rastros que van apareciendo y desapareciendo a cada paso. La milésima de segundo es el gatillo, el gatillo a su vez es el disparador y el disparador sin lugar a dudas es otra vez la imaginación. La plata atraviesa la sangre hasta que finalmente se libera de ella. La bala, ese sostén reparador y anhelable, ahora goza de una paz purificadora, de un estadío de tranquilidad inalterable.
Un abrir y cerrar de ojos, un cliché que no se disimula, un tiempo que se detiene, hasta que finalmente la imaginación cesa. La luz sobresale y la cotidianidad de hace niebla.

Cuatro pasos

La corta distancia que me separa de la inmensidad del rio es simplemente de cuatro pasos. Con esos leves pasos puedo contemplar toda su enormidad, siempre y cuando un sol resplandeciente lo ilumine. Algunos días me da toda la paz que necesito, me da toda esa ilusión que es la de navegar hacia ningún lugar que en definitiva es en si mismo el lugar. Otros se manifiesta en forma de ilusión, a pesar de no poder verlo con claridad debido a la fuerte neblina invernal. Caminar en su orilla, mirarlo moverse con esa lentitud y gracia que sólo el tiene, no me permite moverme de su lado.
El rio me da las respuestas a mis preguntas, es mi compañía mejor, es todo ese anhelo de felicidad manifestado en una gran masa de agua. A veces somos tan parecidos, quizás el río y yo nos unamos un día, nos fusionemos para ser uno, y por supuesto que tengo miedo, pero este es tan grande y hermoso que ya no puedo temer, intentaré con cada uno de mis cuatro pasos estar más cerca, sin que ninguno se espante, sin que ninguno retroceda, porque es sabido que el rio teme al hombre y el hombre teme al rio. Pero nada de eso ya importa, después de tanto tiempo nos conocemos y de alguna forma yo soy del rio y el rio es mio.

Tratando de ser yo

"Sueño y mis ojos abiertos se confunden mucho más"(Sueño, Pez).
Recordar y volver atrás es siempre un reflejo de lo que no somos por algún motivo. Pero en algún punto es imposible no rememorar aquellas viejas épocas. En mi caso la distancia por lo general conserva lo positivo, pero sin dudas el rencor suele manifestarse de formas misteriosas. Perdonar es divino, y yo que soy un siempre mortal, soy error por concepción divina, entonces no te perdono nada, andá a rezarle a la virgen maría si querés, pero yo no te perdono porque no. Porque hay un concepto que es general y al cual nos aferramos bastante, no lo cuestionamos porque papá y mamá nos dijeron que pensaramos así. No le hagas a nadie lo que no te gusta que te hagan. Básico, simple y hasta difícil de cuestionar. Pero todos sabemos como es esto, la vida es cíclica sin lugar a dudas y las cosas le van volviendo siempre al inocente. Hoy me tocará sufrir a mi lo que sufrió el que me lo hizo a mi de otro. Y mañana será el día de mi dulce venganza, le haré a otro lo que alguien me hizo, como para no detener el ciclo de la vida. No es malicia, para nada, es para que todos tengamos una experiencia más basta y acabada de la vida (?).
Pero yo soy yo, y a mi no me gusta andar haciendo esas cosas, no me parece. Es por esto que el ciclo nefasto que ha creado uno que no conozco realmente se acaba aquí mismo conmigo.
Demos gracias al Señor por esta revelación.

Salud Mental

A veces la gente se maneja por la ansiedad. Oh aquí el grave error de la vida, gravísimo. No son lo suficientemente pacientea y ello los lleva a cometer estupideces como la que paso a comentar:
Conocés a alguien, la pasás bien y no le pedís ni el número de teléfono ni su dirección de correo electrónico basicamente porque tu naturaleza idiota te ciega en determinados momentos. Pero aún tenés data, la data suficiente, por lo que entrás a l´ interné que es una fuente inagotable de recursos y facilmente encontrás lo que querés. El teléfono de salud mental, seeh. ¿Alguien puede pensar que es buena idea llamar a un servicio telefónico para locos y suicidas para pedirle el teléfono a una chica que lo más probable es que no tenga el menor interés en volverte a ver? A nadie realemente puede ocurrirsele semejante cosa, habría que ser bastante idiota. A nadie se le puede ocurrir eso, y nadie debería hacerlo jamás. Nunca he dicho. No sé que podrías decirle, "hola, que tal, nos conocimos el otro día, no soy un loco suicida creeme, soy simplemente un desequilibrado mental que te llama a este número", muy romántico, muy de hollywood. Pero no. No sos romántico, sos un idiota claramente. Si llamás a un teléfono de salud mental ya sé por el motivo que sea, estás completamente perdido. Podés buscar una forma más sutil, pero no, porque estás loco. Y si no le pediste el teléfono en el momento indicado jodete, porque sabés muy bien que lo acabás de arruinar. Ahora te vas a tener que bajar un disco de Leo Masliah y sentirte identificado con eso. Haberlo pensado antes jóven cabeza de ruggeri, haberlo pensado antes.

Tu novia te dejó sonando

Gil, es la primera palabra que me viene a la mente. Giles somos todos, si señora clota de villa luro, todos. Vos vas campante por la vida, te decís alegremente "tengo una minita, tengo una minita" pero de buenas a primeras te tenés solito solito. Te habías puesto de novio, eras un boludito feliz, pero de repente pudriose todo. Para lo que era tu novia ahora sos un salame, un tres cuartos de salame ni siquiera uno entero. Vos te pensabas que ella era especial, que tus hijos se iban a llamar juan, maría y robertito pero no, no no. A ella se le ocurrió que vos no sos su tipo. Jodete, mala suerte.
Esta experiencia nos ha pasado a muchos, es triste lo sé, pero son una de esas cosas que tenemos que pasar en esta vida llena de encrusijadas y sodokus.
Te reunís en un café, en un bar, en la cancha de midland y ahí te dice "no sos vos, es otro". Lo primero que pensás es "cómo me va a dejar a mi, que soy un capo de la conmebol", luego te ponés triste, te emborrachás hasta las muelas y hacés toda la clase de estupideces que se te ocurren, como robarle la gorra a un policía en el medio de una marcha de Cecilia Pando. Es normal, a todos nos pasa, nos tiene que pasar y quizás nos siga ocurriendo.
Pero hay una forma que es aún peor, mucho peor. Ella te llama para decirte tenemos que hablar y vos te la ves venir, pero ella sigue hablando, no te dice donde se juntan ni nada, te empieza a decir por qué ya no es parte de tu vida. Vos estás expectante, donde nos juntamos así te devuelvo la remera de pantera que me prestaste, pero no, no te vas a juntar nada, te vas a quedar con la remerita de pantera vos que sos tan heavy. Ella te dice, mejor nos nos veamos, ya está bien y vos no sólo te sentís mal porque te dejó sino también porque te cortó por teléfono. Y la verdad te sentís un gil como Juan Pablo Varsky. Y si, sos un juanpablito más.

Hace muchos años ya pero debo confesar que me pasó. Y gracias a esa gratísima experiencia me di cuenta de una cosa, cuando tu novia te dice por teléfono "tenemos que hablar" vos a toda velocidad tirás un lugar y una hora y cortás, y cortás, no vaya a ser cosa que te pase también.

De lo motivos y desequilibrios que me llevaron a las crónicas perdedoras

Cansado del éxito rotundo que arrojó sin dudas la tercera estación (?) (ex - blog), me dispuse a cambiar el modo de ver las cosas. Sin dudas el mundo se ha vuelto un poco más cínico y desencantador, pero a no desesperar compañero perdedor, déjeme decirle que no todo está perdido. En algunas aventuras que me ha deparado este cruel destino, que no es más que una justificación para la propia torpeza, me he topado con contextos poco deseables que hoy con cierta distancia prefiero ridiculizar. Vamos a reírnos un poco de nuestra propia idiotez, pero sobre todo de la ajena que por supuesto nos hace sentir mejores personas, más lindos y por qué no decirlo, más altos también.
Así empiezan las crónicas perdedoras, sepan ustedes cibernautas fuera de forma hacerme saber cualquier disconformidad al respecto
atte
federico

Pd: hay unos pecesitos bastante pelotudos abajo que espero sepan apreciar (le pueden dar de comer haciendo click).